belleza fantasmal cociendo sombras
a un solo ojo bajo el peso infierno
en el jardín de muerte que florece en la
quietud que se rompe en la caricia brisa
aliviando mi cuerpo vacío desordenado
muere lo sencillo, muere lo complejo
bajo el ahora metálico cielo que llueve
a mi esquelético espectro dibujado por
la dama sin luz que se cuela entre almohadas
de sueños junto a los crematorios lejanos
de algún mundo donde el tiempo dejó de
ser veloz transformándose en congelada imagen
anhelo a mis ojos sin vida en la última gota sin ruido
todo se serena cuando la sabana arrugada
oculta la oscuridad bajo su bermellón flameo
y el recuerdo de su figura me hace sonreír
al ver en la negra nube a la conejita acosadora
con su infinito pico guiándome a mi tumba
el cuerpo me vence…
la indiada sigue metiendo púa
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